‘El Sunset’

C

Los tragos iban y venían. La brisa marina hacía que los efectos del alcohol sean más rápidos y furibundos que de costumbre. Estábamos como cualquier viernes o sábado en el Sunset de Miraflores, chupando para variar y viendo la vida pasar.
Era cumple de 'Coco' y todos habían tenido la “original” y “genial” idea de regalarle un trago por su onomástico.
La crisis del primer gobierno de Alan golpeaba fuerte y comprar chela era casi un lujo para los alicaídos bolsillos, sobre todo si todavía no trabajabas y eras un pelucón de marras. Así que todos los "invitados" que llegaban traían entre manos su Cienfuegos. La mayoría, para variar, no había comprado nada para mezclarlo –ni Tang ni cosa parecida– así que caballero nomás, purol.
El bendito líquido era como un pequeño infierno que transitaba con violencia de la garganta al estómago, para luego fundir el hígado. Al final, no sé cuántas botellas apilamos junto a la banca del lugar, pero fueron muchas, demasiadas.
La mancha de pelucones gozaba como siempre y algunos recordaban, cómo metros más allá, en el Faro, la otrora Horda Metálica había servido para conocer amigos, meterse un trago y compartir música.
La conversa estuvo amena hasta que decidimos irnos caminando al Parque de Miraflores en busca de no sé qué. En el camino, el ‘Chino’ y 'Coco' terminaron abrazados, en el típico yo te quiero, tu eres mi pata, el bla, bla, bla melosón de los ‘choborras’.
De pronto, poseídos por los diablos azules, 'Coco' y el ‘Chino’ se sumieron en un súbito ritual cavernícola y se agarraron a cabezazo limpio. No estaban peleando, ni mucho menos, sino que era una especie de reto, para demostrar quién tenía la cabeza más dura.
El espectáculo atrajo la mirada de todos. Cuando ya se habían metido como doscientos cabezazos y la tombería asomaba con llegar para poner orden, decidimos separarlos. La tarea no fue fácil, porque ninguno de los dos se daba tregua. A penas los separábamos, nuevamente estrellaban sus cabezas. Al borde del desmayo y de romperle el cráneo, 'Coco', haciendo honor a uno de sus tantos apelativos –'Brutes'–, logró dejar en el suelo al 'Chino' de un furibundo frentazo.
Con mucha dificultad, el 'Chino' logró reincorporarse, y felizmente, como buen amigo, aceptó su derrota.
- ¡Oe, qué xuxa tienes en la cabeza!, le dijo entre risas y dolor a Coco.
La mancha se cagó de risa y siguió su camino, perdiéndose en la madrugada.

Comentarios

  1. Me encantó. Fácil de leer y de sentir. Ameno, fresco y con esa chispa a lo Boggiano que tanto me gusta. Te amo. Guisella

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  2. Buena Boggiano,que tales recuerdos no?
    Gracias por publicar.....(y si recibi la entrevista alargada y mejorada-solo dejame encontrar el momento adecuado para responder)
    Un abrazo compadre,y amor de patas!

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  3. Si no lo escribes ese dia se hubiese ido en el olvido, quiza por el tiempo o quiza por el Cienfuegos o el cartavio. Te mando un saludo entre risas y nostalgia.
    Mauricio

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